Cada vez hay menos lugar para la sorpresa. En Hollywood y alrededores llevan tres meses sin parar de repartir premios. Primero los críticos, luego los periodistas y finalmente los sindicatos y agrupaciones profesionales. Pero la gran noche está a punto de llegar. Esta próxima madrugada en el Kodak Theatre de Los Angeles se entregarán veintitantos Oscars. Estos son los principales candidatos:
PELÍCULA
Slumdog Millionaire. Hasta ahora se lo ha llevado todo: Globos de Oro, premios de la crítica, de la unión de actores, de directores, de productores, de guionistas... y además, la taquilla está respondiendo. Es un ejemplo de película pequeña que consigue desbancar a los grandes estudios. Aunque si se pusieran de moda las películas rodadas en lugares exóticos y con equipos locales como ésta, los miembros de la Academia serían los primeros perjudicados por la deslocalización.
El curioso caso de Benjamin Button. Con trece, es la película con más nominaciones y un éxito en las taquillas de todo el mundo. De las diez películas que a lo largo de la historia han logrado trece o más nominaciones, sólo tres no han conseguido el Oscar a la mejor película: Mary Poppins (1964), ¿Quién teme a Virgina Woolf? (1966) y El señor de los anillos: La Comunidad del anillo (2001).
El desafío. Frost contra Nixon. La nominación parece premio suficiente. Tiene el mérito de ser capaz de convertir los preparativos de una serie de entrevistas a uno de los presidentes más impopulares de la historia de los Estados Unidos en una película de suspense. Aunque sea a costa de sacrificar en algunos momentos la credibilidad por el espectáculo.
Mi nombre es Harvey Milk. A la Academia siempre le han gustado las biografías. Además, Harvey Milk hizo su carrera política en California, lugar de residencia degran número de los académicos. Hace tres años, cuando no triunfó el amor homosexual de Brokeback Mountain, hubo voces que acusaron a la Academia de homófoba. Si este año no ganara Mi nombre es Harvey Milk, nadie diría algo parecido.
El lector. Es la nominada sorpresa. Muchos consideran que la nominación es un premio más que suficiente. Su temática juega a su favor, pero su frialdad y los flojos resultados en taquilla la perjudican.
DIRECTOR
David Fincher por El curioso caso de Benjamin Button. Es uno de los directores más inteligentes de Hollywood. Su talento visual es indudable, aunque para algunos resulte demasiado frío y distante. Para otros, su trabajo en esta cinta es una demostración de delicadeza y capacidad narrativa. Ésta es su película más oscarizable.
Ron Howard por El desafío. Frost contra Nixon. Segunda nominación para este antiguo niño prodigio de Hollywood. Se llevó el Oscar por la dirección de Una mente maravillosa, un trabajo de nivel inferior al que realiza en este tenso enfrentamiento entre un periodista oportunista y el ex presidente.
Gus Van Sant por Mi nombre es Harvey Milk. La vuelta de Gus Van Sant al cine más convencional tras experimentar con formas alternativas en Elephant, Last Days o Paranoid Park se ha saldado con su segunda nominación al Oscar, tras la conseguida por El indomable Will Hunting. La precisión de su puesta en escena y la excelente dirección de actores son innegables.
Stephen Daldry por El lector. Un récord. Solamente tres películas y tres nominaciones. Primero fue Billy Elliot, luego Las horas y ahora El lector. Aunque todo apunta a que le tocará seguir esperando.
Danny Boyle por Slumdog Millionaire. Se ha llevado casi todos los premios del año. Gracias a su dominio de la cámara y del ritmo cinematográfico, la película es una enérgica y vibrante combinación de exotismo, romanticismo e historia de pícaros y gangsters. Pero también algunos lo acusan de demasiado superficial y sensacionalista.
ACTOR PROTAGONISTA
Richard Jenkins por The visitor. Veterano actor secundario que aprovecha su oportunidad en un papel protagonista. Su interpretación es sutil y exquisita, nada que ver con los vistosos enfermos o personajes reales que suele premiar la Academia.
Frank Langella por El desafío. Frost contra Nixon. Otro veterano que aprovecha su oportunidad. Retoma el personaje con el que ganó multitud de premios en el teatro y, aunque físicamente no se parezca a Nixon, consigue hacérnoslo olvidar.
Sean Penn por Mi nombre es Harvey Milk. Es uno de los actores más respetados por sus compañeros de profesión y su interpretación como político que lucha por los derechos de los homosexuales es excepcional. Si no fuera porque triunfó hace 5 años con Mystic River, sería casi un fijo para llevarse el Oscar.
Brad Pitt por El curioso caso de Benjamin Button. El ser uno de los guapos oficiales de Hollywood, que su personaje sea una especie de voyeur de su propia vida y que durante gran parte de la película esté bajo una capa de maquillaje y/o efectos especiales no le beneficia.
Mickey Rourke por The Wrestler (El luchador). Su interpretación es soberbia, pero la película no consiguió el apoyo que merecía en las nominaciones. Su situación previa a la cinta era tan mala que tiene el peligro de que muchos opinen que una nominación puede ser un premio más que suficiente. Es el gran rival de Sean Penn en la pugna.
ACTRIZ PROTAGONISTA
Anne Hathaway por La boda de Rachel. La nueva princesa de Hollywood es la única representante de una de las películas olvidadas en las nominaciones. Tiene un personaje bombón, quizá hasta demasiado, y demuestra lo que vale.
Angelina Jolie por El intercambio. Su papel de luchadora y sufridora madre en lo penúltimo de Clint Eastwood le ha supuesto su segunda nominación al Oscar. Por Inocencia Interrumpida se lo llevó. Aunque este año todo indica que Brad y Angelina se consolarán mutuamente.
Melissa Leo por Frozen River. Se llevó el premio a la mejor actriz del último Zinemaldi por este papel. A pesar de ser una de las actrices más prolíficas del cine norteamericano, hasta esta película era casi desconocida. Esta nominación ya es un premio: debería permitirle optar a mejores papeles.
Kate Winslet por El lector. Para muchos ni siquiera es su mejor interpretación del año, pero si no se llevara el Oscar igualaría a Deborah Kerr y a Thelma Ritter como las actrices con mayor número de nominaciones, seis, y ningún Oscar. ¿Se atreverán?
Meryl Streep por La duda. Con quince, es la intérprete con mayor número de nominaciones de la historia, pero lleva 26 años y diez nominaciones sin ganar un Oscar. Como hermana Aloysius lo borda. Es la alternativa en caso de que la Academia opine que Kate Winslet aún puede esperar.
ACTOR DE REPARTO
El premio para Heath Ledger es a priori uno de los fijos de la noche. Aunque la Academia no suele premiar ni a actores ya fallecidos (de las siete nominaciones póstumas anteriores, sólo ganó el Oscar Peter Finch por Un mundo implacable), ni interpretaciones de superproducciones veraniegas, el Joker de Heath Ledger en El caballero oscuro no es fácil de olvidar. Aunque tampoco lo es, a pesar de que sólo aparezca en dos escenas, el loco lúcido al que interpreta Michael Shannon en Revolutionary Road. Phillip Seymour Hoffman, que ya se llevó el Oscar por Truman Capote, no parece que esta vez tenga demasiadas posibilidades a pesar de su excelente papel en La duda. Visto cómo han enderezado sus carreras Josh Brolin y Robert Downey Jr., seguro que los volvemos a ver en estas lides.
ACTRIZ DE REPARTO
El duelo está entre Penélope Cruz, que ya tras la nominación por Volver consiguió que se la tomara en serio el cine norteamericano, por Vicky Cristina Barcelona; Viola Davis, que le roba, o le toma prestada a Meryl Streep su única escena en La duda; y la excelente Marisa Tomei por The Wrestler en el personaje con más sustancia del quinteto de candidatas. Amy Adams, al fin y al cabo, no es más que la la cuarta gran interpretación de La duda y el personaje de Taraji P. Henson en Benjamin Button sabe a poco.
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