Por mucho que haya familias en desacuerdo, los estudiantes cántabros tendrán que cursar 'Educación para la ciudadanía' tras decidir el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) que la asignatura «ni vulnera la libertad ideológica ni suplanta los valores morales o religiosos que los padres quieran trasmitir a sus hijos». Por este motivo, «no cabe el derecho a no estudiarla».
Ésta la primera sentencia emitida al respecto por la Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJC y ha contado con un voto particular en contra, del magistrado Rafael Losada, que discrepa de la tesis mantenida por el resto de jueces (la presidenta María Teresa Marijuán, Clara Penín, María Josefa Artaza y Juan Piqueras). El fallo de la sala da la razón al Gobierno de Cantabria y a la Abogacía del Estado y desestima el recurso interpuesto por una familia que quería declarar exento a su hijo tanto de asistir a estas clases como de ser evaluado.
El tribunal admite que cabría ejercer la objeción de conciencia contra una asignatura si el Estado incumpliera con ella su deber de garantizar el derecho de los padres a que sus hijos «reciban formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones».
Pero la mayoría de los magistrados estima que los principios que inspiran esta materia «no vulneran el deseado pluralismo, sino que contribuyen al fomento del mismo, mediante el respeto, que no la imposición ni la exaltación, de conductas diferentes, por lo que difícilmente puede hablarse de adoctrinamiento por parte del Estado ni de suplantación de las convicciones morales de las familias».
Para el tribunal, la asignatura responde a la idea de que los alumnos «adquieran una conciencia moral cívica» sin que esto tenga que suponer que se contradicen las «más íntimas creencias morales de los padres».
En su exposición, los jueces consideran, por ejemplo, que el hecho de que en estas clases se toquen cuestiones como el respeto a la homosexualidad «no implica imponer como obligatoria esa orientación sexual, sino tan sólo la admisión de su existencia, que nadie duda». La asignatura, pues, «no hace exaltación apologética de la homosexualidad ni cuestiona la opción heterosexual ni la familia tradicional de hombre y mujer».
1 comentario:
Habría que darle a los niños la posibilidad de objetar contra la educación moral y/o religiosa que sus propios padres les dan.
La de decepciones y disgustos que se ahorrarían. Y tiempo en trámites para apostatar, también.
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