Aquí me encuentro, en el escritorio de mi habitación vacía, con 2 maletas cerradas, una caja con mis pertenencias que se quedan y mucho polvo.
Esto se acaba, y no en en unos días, sino ya, a las 3:30 cogeré un autobús que me lleve a la Central Station y de ahí al aeropuerto con destino a Bilbao y luego a mi Terruño.
Es una sensación rara la de hoy, alegre por lo volver a casa, al buen tiempo, amigos, familia y a mi rutina y triste por lo que dejo aquí.
He de reconocer que desde marzo hacia aquí mi erasmus ha cambiado bastante, pasándome a integrarme en la vida holandesa y eso hace que la partida sea mas difícil, ya que muchas de mis amistades no se vuelven a su casa sino que siguen aqui haciendo sus planes para las siguientes semanas, en los cuales yo no podre participar.
Ha sido un año extraordinario, en el que he vivido mi vida tal como es, y eso mola. Un año en el que ha habido de todo, pero los buenos momentos pesan, podía haber sido mejor (sobre todo el tiempo) pero no pasa nada.
Conocer a gente de todo el mundo, de diferentes culturas y con diferentes idiomas es una gran experiencia que te hace acabar con tus prejuicios, viendo que todos somos iguales, eso es lo que mas he aprendido en esta experiencia ( y a cocinar).
Si tendría que escoger una nacionalidad de todas las que he conocido sin duda me quedaría con los holandeses, gente amable, que te ayuda siempre que puede, te recibe con los brazos abiertos y se hacen querer.
No quiero seguir escribiendo mas, ya que con los ojos enrojecidos, quiero acabar con esta agonía, pero como diria Queen show must go on!
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